Descubre los cinco principios clave de la disciplina positiva que pueden transformar la crianza y la educación, fomentando un desarrollo saludable y relaciones respetuosas.
La disciplina positiva se basa en principios que fomentan el respeto mutuo, la comprensión y la cooperación. Estos principios guían tanto a padres como a educadores en la formación de niños responsables, respetuosos y auto-motivados. Mantener el equilibrio emocional es crucial, y para ello es útil recordar la jarra del cuidado personal, una metáfora sobre la importancia de cuidarnos para poder cuidar de los demás.
Para entender a fondo qué es la disciplina positiva y sus fundamentos, es esencial conocer los principios que la sustentan. Estos principios no solo son teóricos, sino que tienen aplicaciones prácticas en la vida diaria de las familias.
La disciplina positiva promueve ser amable y firme al mismo tiempo. Este enfoque ayuda a los niños a entender que sus comportamientos tienen límites, pero estos se establecen con calidez y sin autoritarismo.
Ejemplo: Si un niño se niega a irse a la cama, en lugar de imponer una orden, puedes decir: "Entiendo que quieras seguir jugando (amabilidad), pero es hora de dormir. Puedes elegir un cuento para leer antes de acostarte (firmeza)". Esto muestra empatía y al mismo tiempo establece un límite claro.
Antes de corregir el comportamiento, es esencial establecer una conexión emocional. Esto significa validar los sentimientos del niño y asegurarse de que se sienta entendido antes de discutir las consecuencias de sus acciones.
Ejemplo: Si una niña está molesta porque no puede ver más televisión, primero valida sus sentimientos: "Veo que estás enfadada porque quieres seguir viendo tu programa. Entiendo que te guste mucho (conexión). Pero ahora es momento de cenar. Podemos grabar el programa para verlo más tarde (corrección)".
Involucrar a los niños en la solución de problemas y las decisiones les enseña a ser proactivos y parte de la solución, en lugar de sentir que se les está imponiendo un castigo.
Ejemplo: Si un niño no quiere hacer su tarea, en lugar de insistir, puedes involucrarlo en la solución: "Parece que no quieres hacer la tarea ahora. ¿Qué te parece si hacemos un horario juntos para que tengas tiempo para jugar y para estudiar? ¿Qué te gustaría hacer primero?" Esto le da control y responsabilidad.
Para conocer más sobre las distintas aplicaciones prácticas de la disciplina positiva y cómo adaptarla a diferentes situaciones, es importante explorar sus diversas modalidades y enfoques.
La disciplina positiva es educativa y no punitiva. Se centra en enseñar habilidades para la vida, como la empatía, la solución de problemas y la capacidad de recuperación ante los errores.
Ejemplo: Si una niña rompe algo de su hermano, en lugar de castigarla, usa la situación para enseñar: "Sé que fue un accidente, pero tu hermano está triste porque su juguete se rompió. ¿Qué crees que podríamos hacer para solucionarlo? Tal vez podríamos arreglarlo juntos o buscar una manera de compensarlo." Esto enseña responsabilidad y empatía.
Los errores pueden ser vistos como oportunidades de aprendizaje, una aplicación práctica de los principios de la disciplina positiva que ayuda a los niños a desarrollar habilidades cruciales.
El respeto mutuo es la base de la disciplina positiva. Educar con respeto fomenta una cultura de respeto recíproco entre padres e hijos, y entre maestros y estudiantes.
Ejemplo: Si un niño habla de manera irrespetuosa, en lugar de regañarlo, puedes modelar el respeto: "No me gusta cuando me hablas así. Yo te hablo con respeto y espero lo mismo de ti. Vamos a calmarnos y luego podemos hablar sobre lo que te molesta." Esto muestra cómo manejar los conflictos con respeto.
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